lunes, 30 de junio de 2014

Carlos Saladrigas y la sirenas de Ulises


El sábado 28 de Junio fui invitado a un evento organizado por el Foro de Promoción de la Democracia Continental con la participación del Cuba Study Group representado por su chairman  Carlos Saladrigas y del Institute for Cuban and Cuban-American Studies de la Universidad de Miami por su director Jaime Suchlicky.  En el encuentro también plantearon sus puntos de vista representantes de varias organizaciones que luchan por la democracia en Cuba.

Aplaudo a Marta Menor y a los organizadores de este debate por su éxito y les agradezco su amable invitación.  Al final del evento felicite a Jaime Suchlicky porque su exposición fue inteligente, patriótica y visionaria.   

Durante mi breve intervención le exprese al señor Carlos Saladrigas:

“Que todavía no entendía como aflojando el embargo y sin un cambio político en Cuba se iba a favorecer al pueblo de Cuba. Que sin este cambio político estaba seguro de que los empresarios cubanoamericanos y 1% los ricos americanos se beneficiarían junto a sus nuevos socios castristas porque lo que buscaban en Cuba era mano de obra barata”.

Señalé que “aquí se han planteado dos opciones por el Seńor Saladrigas: continuismo o cambio y el cambio que ellos presentan es aflojar el embargo.  En mi opinión apretar el embargo es cambió también. Yo le digo no al cambio falso y si al cambio verdadero”.

Las supuestas ventajas de levantar el embargo y apoyar el capitalismo en la Isla dentro del esquema castrista me recuerdan el relato de Homero, cuando una vez terminada la Guerra de Troya Ulises se disponía regresar a su patria, ĺtaca.

Ulises fue advertido que en su travesía no debían escuchar el canto engañoso de las sirenas porque si lo hacía, no llegaría nunca a su destino.  

Como Ulises quería escucharlo ordenó que lo amarraran al mástil pero obligó a todos los demás a tapar sus oídos con cera. Así evitaron la tentación y siguieron hacia su destino.  

Tal vez Homero quiso advertir que las soluciones que parecen atractivas y simples pueden conducir al error o al desastre.

En este largo viaje por la libertad y la democracia, a los cubanos no nos han faltado cantos de sirena. 

Uno de los primeros fue aquel de que los Estados Unidos no iban a permitir un país comunista a 90 millas de sus costas.  Los cubanos lo creyeron y pagaron un precio terrible.

Casi todo el liderazgo del exilio se dejó engañar por la solución que vino de Washington.  El resultado fue el fracaso de Playa Girón, que consolidó al régimen de Fidel Castro y dio un golpe casi mortal a la oposición democrática.

Con Obama en la Casa Blanca escuchamos que con concesiones y flexibilidad las cosas cambiarían entre Cuba y los Estados Unidos y eventualmente en Cuba también.

El fracaso de esa política ha sido público y notorio. 

Luego se puso de moda aquello de los turistas a Cuba como embajadores de la libertad.  Fue una manera de evitar la aceptación del fracaso de la Casa Blanca con su estrategia conciliatoria y una forma de eludir la obligación de formular una nueva política hacia el régimen en la Isla.

Ahora que la dictadura tiene cada vez menos que venderle a nadie y que puede llegar a perder la subvención venezolana ha aparecido una nueva temática:

Se argumenta con certeza infalible que el cuentapropismo y la empresa privada son el camino hacia la democracia en Cuba y que está en manos de Obamo dar el apoyo.

Este planteamiento es falso, pero hay gente a la que le conviene, a otros que los entretiene y a unos cuantos que hasta les puede dar una esperanza. 

Como hay millones de cubanos que necesitan comer, vestirse y comprar jabón entre otras cosas, es posible que estén dispuestos a aceptar esta solución para que sus hijos no pasen hambre aunque esto implique renunciar una vez más a la libertad, a la justicia y a la dignidad.

Si permitimos que este mensaje engañe a los gobernantes de los Estados Unidos y a su pueblo, la libertad y la democracia de los cubanos serán escamoteada por los nuevos cómplices de la dictadura.

Como Ulises y sus hombres los cubanos estamos ante un gran peligro y si queremos  llegar a nuestro destino no podemos desviarnos.

No queremos ser ni parecernos a Rusia, a China, a Vietnam ni a ningún otro país donde el poder este monopolizado por una clase dominante o compartido entre esta y el capitalismo.

Queremos una democracia constitucional y un país con instituciones independientes.  El camino a la libertad, al respeto a los derechos humanos,  a la justicia social y al progreso,  es el camino de un Estado de Derecho. 

Huber Matos Garsault es presidente de la Alianza Democrática



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