jueves, 1 de diciembre de 2016

Ha llegado el momento de la redención del pueblo cubano

El egocéntrico afán de lograr la gloria que ambicionaba llevó a Fidel Castro a la dictadura. Castro nunca quiso la presidencia de Cuba, él quería ser el dueño de Cuba. La presidencia estaba expuesta al escrutinio de la prensa y al voto del pueblo.  El quería el de poder de por vida, absoluto e indiscutido.  No escogió el fascismo porque no estaba de moda y por esta razón el comunismo le sirvió como libreto. Su maldad y su astucia como actor le facilitaron vender la imagen de defensor de los oprimidos. 

Fidel Castro fue la bandera de todos aquellos que en el mundo odiaban y despreciaban a los Estados Unidos.  El socialismo no fue la meta sino el instrumento de dominación en Cuba y en otras naciones del tercer mundo. Castro encarnó la imagen fresca que ya no podía proyectar una Unión Soviética, desprestigiada por los crímenes de Stalin y la represión de quienes heredaron el poder después de él.

No es la primera vez que esto sucede, después de la derrota de la Primera Guerra Mundial los alemanes encontraron en Hitler el héroe que los levantaría de la derrota y la humillación y el que castigaría brutalmente a los judíos. Ese pueblo trabajador, disciplinado y exitoso que vivía entre ellos. Los fanáticos que odian y destruyen necesitan una razón para odiar y cuando no la tienen la inventan.

Pienso que con la muerte del tirano en Cuba su maleficio va a desaparecer a mayor ritmo. El tiempo y la verdad se encargarán de dejar atrás el mito y la mentira de este individuo soberbio y sin escrúpulos.  Hace tiempo que los cubanos se empezaron a dar cuenta que el “Máximo Líder” y su Revolución pudieron exhibir logros gracias a que la URSS y luego Venezuela pagaron por ellos porque desde el principio la economía socialista fue un desastre. 

Los cubanos necesitamos convencernos de que un mundo mejor es posible y que la miseria y la esclavitud en que vivimos tiene su fin. Podremos alcanzar un sistema donde se respete la opinión de cada persona y cada uno sea dueño de su presente y de su futuro. La democracia no es perfecta porque es un instrumento y dependiendo de cómo se use nos puede conducir a una sociedad de privilegiados o a una de justicia, progreso y dignidad.  Pero la democracia lo permite la dictadura no. 

Yo jamás me alegraría de la muerte de nadie pero debo de ser sincero, creo que la muerte de Fidel es el resultado de la justicia divina y la aplaudo porque ha llegado el momento en que comience la redención del pueblo cubano.

Por Manuel Martínez León, Auditor del CID en las Provincias Orientales y responsable de la Defensoría del Pueblo en Velasco.         

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2 comments:

loscoloresdelexilio dijo...

La Historia lo condenarà por sus actos y la destrucción de màs de 5 generaciones de cubanos que nacieron y vivieron en esclavitud y opresión.

1 de diciembre de 2016, 14:54
PANCHO dijo...

La muerte de un hombre no tiene importancia ante la Historia. Lo que es importante son sus ideas y sus hechos. Los hechos los borrará la historia. Hacer desaparecer sus ideas es nuestro deber, es nuestra lucha ineluctable. Fidel Castro morirá definitivamente cuando nuestros hijos puedan gritar “libertad” en las calles de Cuba sin temor. Hasta ese momento "la lucha continúa et arriba con el himno"!

1 de diciembre de 2016, 16:31

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