viernes, 3 de agosto de 2012

Salir de la caverna y desmitificar los falsos mesianismos


 Por Edell Escalante

El mito de la Caverna de Platón del libro VII de La República, me ha hecho explicar un suceso de hoy día a partir de una reacción a través de un comentario a un artículo que recientemente he escrito. En el expongo unas dos o tres ideas acerca de la Homilía del Cardenal cubano en la Misa de Exequias de Oswaldo Payá Sardiñas.

Alguien desaprobaba la tesis de que el prelado había dejado indecisa la propuesta de asumir desde el compromiso y la valentía una postura frente a la muerte de Oswaldo sin expresar la palabra oportuna, profética y liberadora. 


La falta de lucidez y de conciencia crítica invade la sociedad cubana y no le permite salir de esa postura equina donde solo queda espacio para mirar en una sola dirección, sin plantearse otra salida, otro universo, una esperanza, mirar con el auxilio de la luz, una nueva realidad.

Las actitudes pacíficas, siempre ubican la salvación fuera, sin que pase por  carne propia. La liberación propuesta por Jesucristo comienza en la Encarnación. La liberación pasa por el cuerpo y por la mente necesariamente. Si esto no se asume difícilmente se pueda constatar más tarde en la realidad social. ¿Entonces qué queda? Esperar a que otro venga a salvarme. Recuerdo en este momento uno de los cuentos más interesantes de Virgilio Piñera, destacado  escritor y dramaturgo  cubano, porque  podríamos ajustar su final a la pasividad infantil de los cubanos y cubanas esperando que caiga de algún lado la salvación: 

“…Pero algo me decía que volviera a mirar al extraño. No desobedecí mi voz interior y lo miré. Ahora esgrimía una navaja e iba inclinando lentamente el cuerpo mientras me miraba fijamente. Entonces comprendí que ese extraño era el que venía a salvarme. Supe con una anticipación de varios segundos el momento exacto de mi muerte. Cuando la navaja se hundió en mi yugular, miré a mi salvador y, entre borbotones de sangre, le dije: gracias por haber venido”.  (Cuento: El que vino a salvarme)

Por experiencia, los salvadores, los mesías esperados, los liberadores, resultan ser nuestros mejores verdugos y hasta las gracias pueden recibir de nuestra parte porque estamos habituados a no desmitificar los falsos mesianismos y  conformarnos con el paternalismo que nos invita a delirar,  invalidando la posibilidad de observar y reflexionar como bien señala, Carlos Alberto Montaner en su artículo: “El totalitarismo y la naturaleza humana”

En el mito de la Caverna, sucede algo que puede explicar el drama de la sociedad cubana:

Un grupo de hombres encadenados por el cuello desde el nacimiento, sólo pueden mirar en una sola dirección: hacia la pared. Para ellos la única realidad, la verdad existente, es las sombras de objetos que se proyectan por la luz de una hoguera en la pared del fondo. Si un prisionero es liberado y conoce la luz, contemplando la nueva realidad, más profunda y completa, y luego es conducido al interior de la caverna nuevamente a liberar a los demás, tratando de mostrar la nueva realidad, Platón afirma que puede que los otros encadenados se burlen de él, alegando que está ciego por la luz del sol y hasta intenten matarlo.

Ciertamente nuestros intentos de liberación pasan por esta cuota de desgastarnos día a día frente a las dudas, el escarnio y la soledad. Sin embargo hay que aprender a mirar con el auxilio de la luz, descubrir el lenguaje de la verdad,  superando violencias, heridas, el caudillismo y el irrespeto de los derechos cívicos que subyacen en nuestra historia a causa de políticas colonialistas y esclavistas no superadas.

Pedro Meurice “el león de Oriente” afirmó con total claridad:


 “Nuestro pueblo es respetuoso de la autoridad y le gusta el orden, pero necesita aprender a desmitificar los falsos mesianismos”. 

Los falsos mesías  de la sociedad cubana, son la maquinaria  estatal totalitaria, pero también otros actores sociales engañosos, como la jerarquía eclesial disfrazada de diálogo y consenso.

Es necesario como bien decía Félix Varela ser útiles a la Patria, ser honrados, buscar la verdad, sin miedo a la luz. Para evitar a tiempo que por la indiferencia de los mejores hijos del país…ocupen sus puestos los mediocres y malvados”…


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