jueves, 7 de noviembre de 2013

Huber Matos, Fidel Castro y Camilo Cienfuegos



Camilo Cienfuegos, Fidel Castro y Huber Matos en la entrada a La Habana en enero de 1959


La muerte de Camilo Cienfuegos, uno de los hombres clave que integró la guerrilla liderada por Fidel Castro, ha sido objeto de no pocas especulaciones a lo largo del tiempo. Según la historiografía oficial (la aprobada por el departamento ideológico del Partido Comunista de Cuba, que es la que se imparte en las escuelas), Camilo “desapareció” cuando se “perdió” la avioneta que lo transportaba camino a La Habana, procedente de Camagüey.

La presencia de Camilo en aquella provincia, en donde se dice se le vio con vida por última vez, no era fortuita.

Uno de los detalles que omiten los libros de Historia de Cuba (los que se publican en la Isla) es que el comandante Camilo Cienfuegos era buen amigo del comandante Huber Matos. Este último, ante el giro preocupante que daba el rumbo de la Revolución por la que todos habían luchado (Huber Matos también había sido otra figura clave de la guerrilla), había decidido renunciar a su cargo como jefe militar de la región de Camagüey. El comandante Huber Matos aparece en los textos oficiales del Estado como un sedicioso, cuando en realidad es un hombre que tuvo el valor de enfrentarse a los planes dictatoriales de Fidel Castro desde el mismo año 1959. Pero por tal motivo se organizó, de manera cobarde, una trampa para apresarle y una campaña de odio en su contra.

Fidel Castro supo manipular la opinión pública en contra de Matos, cuando era el propio Castro quien estaba traicionando los ideales por los que muchos se habían sacrificado.

Como resultado de ello, Camilo había ido a Camagüey a cumplir una misión que le incomodaba sobremanera: apresar a su compañero de lucha, Huber. Su sentido del deber, su lealtad hacia la persona equivocada, le hizo actuar en contra de su amistad con Matos, no sin manifestar su pesar por ello. Una semana después en un viaje de regreso a La Habana, luego de cumplir la triste tarea que le habían encomendado, se perdió para siempre el hombre quizá más querido de la Revolución: su condición humilde y su sonrisa sincera lo ponían más cerca de la gente que el líder máximo. Era una persona tremendamente popular.

Su muerte sirvió para que quedase como ejemplo de fidelidad dentro de Cuba: “su profundo amor a la Patria, al Comandante en Jefe de la Revolución, no se perderán nunca”. En esta manida frase no sólo pretende estar implícito que quien no ama al “Comandante en Jefe de la Revolución” no ama a la Patria, sino que además la característica más sobresaliente de Camilo Cienfuegos fue su lealtad a Fidel Castro. Ambas cosas son completamente falsas.

Para ampliar sobre el tema, se recomienda la lectura del libro testimonio “Cómo llegó la noche”, escrito por el comandante Huber Matos.


 Por Víctor Ariel González

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